ECLESALIA, 10
de enero de 2005
MANIFIESTO DE LA
PRELATURA DE SÃO FÉLIX DO ARAGUAIA
RESPECTO A LA SUCESIÓN DEL OBISPO DON PEDRO
CASALDÁLIGA
São Félix do Araguaia, MT, Brasil.
9 de enero
de 2005
ECLESALIA, 10/01/05.- Reunidos
en Asamblea Pastoral 118 representantes de toda la Prelatura, estamos viviendo
un momento histórico para nuestra Iglesia Particular. Esperamos un nuevo
obispo, y lo esperamos en espíritu de fe y en una actitud de acogida fraterna.
Entretanto, como millones de hermanos y hermanas de
nuestra Iglesia Católica, nos sentimos en la obligación de conciencia de
refutar el procedimiento actual para la nominación de los obispos. El Evangelio
pide otro modo de proceder. La Iglesia debe dar al mundo testimonio de respeto
a los derechos humanos y de corresponsabilidad fraterna. El autoritarismo y la
falta de transparencia son un escándalo, hoy todavía más, cuando se busca
construir una civilización nueva de diálogo y participación. A lo largo de su
historia, la Iglesia ya procedió a la elección de obispos de maneras mucho más
participativas. Es hora de cambiar y, como Iglesia que somos, queremos
colaborar en este cambio, al servicio del Reino.
Denunciamos más concretamente el proceso en curso para
la nominación del nuevo obispo de la Prelatura. Todo se viene gestionando
secretamente desde el poder y en la desconfianza respecto a nuestra Iglesia y
su actual pastor. ¿Será que, una vez más, se pretende desmantelar una caminada sufrida y esperanzada?
Admiramos la actitud del obispo Pedro, dispuesto a
alejarse de la ciudad de São Félix do Araguaia y hasta de la región de la
Prelatura, si esto facilita la acción pastoral del nuevo prelado; pero nosotros
no podemos aceptar que se exija este alejamiento como condición para la venida
del nuevo obispo, sobre todo considerando la edad y salud del obispo Pedro y
sus 36 años de convivencia con nosotros y de entrega a las causas de nuestro
Pueblo. Somos su familia y la Prelatura es su hogar.
Contando confiadamente con la dedicación del nuevo
pastor, seguiremos la caminada, “con alegría, gesto humilde y pasión”,
como reza nuestro Objetivo; en el espíritu del Vaticano II y de las
Conferencias Episcopales de Nuestra América; en la opción por los pobres y
excluidos, en la evangelización inculturada;
en la vivencia y en la acción comunitarias; en la corresponsabilidad adulta del
laicado y particularmente de la juventud y de la mujer; en la oración y en la
militancia; con la fuerza del testimonio de nuestros mártires; en la comunión
ecuménica y en la intersolidaridad
con tantas personas y entidades que no han acompañado generosamente.
Hoy, en medio de angustias y esperanzas, sentimos viva y reconfortante la palabra de Jesús: “¡No tengáis miedo! ¡Yo estaré siempre con vosotros!”.