Redes Cristianas
Los más de 150 colectivos, comunidades y movimientos de base de la Iglesia
católica en España integrados en Redes Cristianas, ante la decisión tomada por
el arzobispado de Madrid de cerrar la parroquia de San Carlos Borromeo,
manifestamos abiertamente nuestro desacuerdo con la medida tomada, hacemos una
llamada al diálogo y a la cordura y expresamos “Otra voz de Iglesia” en los
siguientes puntos: lo que nos hubiera gustado oír desde el arzobispado, lo que
reconocemos como una muy valiosa aportación de S. Carlos Borromeo, lo que
pedimos y exigimos al obispo de la diócesis.
1º La verdad, Pilato, hoy más que nunca, está en el proceso. La pregunta que
Pilato hace a Jesús durante el proceso y, sin esperar respuesta, le condena a
muerte lavándose las manos, nos sitúa muy bien en la pista, no sólo de la
semana que estamos celebrando, sino de nuestra apreciación del proceso que está
siguiendo el arzobispado de Madrid contra la comunidad de la parroquia de San
Carlos Borromeo. Hoy a nadie le convencen ya las decisiones unilaterales, ni
las imposiciones autoritarias y caprichosas. Porque somos seres vivientes y
libres, el único camino de éxito que tenemos entre los humanos para resolver
los conflictos es la palabra, es el diálogo. El poder, si no va revestido de la
autoridad que proporciona la cordialidad y el servicio, se convierte fácilmente
en verdugo. En cambio el servicio genera esa autoridad moral cálida y cercana
que resulta siempre incuestionable, casi invencible.
Por todo esto, a la pregunta de Pilato, queremos responder con van der Meersch
que la verdad hoy está en el proceso, en el método que se aplica para resolver
los conflictos. Porque hay una práctica que el evangelio consagra y otra que
condena. La primera la expresa muy acertadamente Mateo en su famosa corrección
fraterna, recorriendo los siguientes pasos: “Si tu hermano llega a pecar, ve y
házselo ver, a solas entre los dos. Si te hace caso, has ganado a tu hermano.
Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que toda la cuestión quede
zanjada apoyándose en dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la
comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un
pagano o un recaudador” (Mt 18). Bien entendida, la queja que la comunidad de
S.C.Borromeo eleva más alto en este conflicto es consecuencia del proceso
equivocado que se le está aplicando: “¿por qué el obispo no cree en nuestra
fe?”, ¿”por qué nos ha engañado”?
Pero hay otro modo de resolver los conflictos que el evangelio condena: “Sabéis
que los jefes de las naciones las gobiernan como señores absolutos, y los
grandes las oprimen con poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que
el que quiera llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera ser
el primero, será esclavo vuestro”.(Mt 20). Es cuestión de sensibilidad, de
finura, de talante espiritual. El autoritarismo ya no sirve ni siquiera en
política. ¿Se estará quedando tan rezagado nuestro obispo que ya no consigue ir
más allá de los límites del rubricismo y del Derecho Canónico? Ante la crisis
galopante que están atravesando las diversas diócesis del Estado español en
cuestión de fe, ¿no tienen nuestros obispos ninguna buena noticia que dar a las
comunidades si no es el enrocamiento en un poder feudal en el que ya nadie
puede creer?
Este conflicto que se ha creado torpemente y desde fuera en S. Carlos Borromeo
nos afecta y nos implica a todos y todas y, aunque sea un poco tarde, todavía
seguimos esperando del obispo algún gesto de cercanía y alguna palabra de
aliento. Porque la verdad, la solución de los problemas, no está ya en el poder
absoluto, sino en el gesto cordial y gratuito, en el diálogo, en la confianza.
2º La verdad, Pilato, es estar del lado de los pobres. Lo decimos con
verdadero orgullo por S. Carlos Borromeo. Desde casi treinta años esta
comunidad está en la marginación; es una comunidad de marginados. Y el
Evangelio los proclama bienaventurados. Si tuviéramos una palabra cálida y
agradecida para dirigirles, con esa palabra les diríamos: “ánimo, hermanos y
hermanas, que en vosotras y vosotros alienta y respira el Dios de Jesús”. Sois
para nosotros un lugar teológico, un signo poderoso del Reino de Dios.
Nos parece muy acertada la elección que, para vuestra praxis, habéis hecho del
mismo programa de Jesús: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido
para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la paz a los cautivos y
a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos y la
Amnistía de parte de Dios” (Lc 4). Entre los marginados y excluidos, es decir,
entre los niños de la calle, las madres de la droga, los traperos, los
emigrantes, habéis decidido levantar vuestra humilde iglesia. Y esto nos parece
admirable y provocativo. ¿Cabe mayor profecía que llevar la buena noticia a los
pobres?
Se nos enseñó hace tiempo que “fuera de la Iglesia no hay salvación” y hemos
descubierto después con alegría que esto no es verdad. Nuestro Dios es más
grande que la Iglesia. Se nos dijo luego que “fuera del mundo no hay
salvación”, y ésta fue la gran verdad proclamada por el Vaticano II. Pero no es
todo. Ha tenido que llegar la Iglesia de los Pobres, encarnando el espíritu del
mismo Concilio, para que otro crucificado de estos días, Jon Sobrino, haya
reconocido abiertamente que “fuera de los pobres no hay salvación”. La
respuesta a la pregunta que Pilato, lavándose las manos, no esperó se levanta
hoy desde vuestra comunidad como un grito incontenible: “la verdad, Pilato, es
estar del lado de los pobres”.
3º La verdad, Pilato, está en reconocer los diversos modos de ser Iglesia
que el Espíritu está suscitando entre los creyentes. No es ninguna novedad, ha
ocurrido siempre, desde los orígenes, durante los dos milenios de la Iglesia.
Sólo unos ejemplos para ilustrar esta convicción ¡Cómo olvidar aquel conflicto
de los comienzos entre la Iglesia Madre de Jerusalén y las nuevas iglesias que
iban naciendo de la predicación misionera? ¿No es verdad que Pablo tuvo que
enfrentarse a Santiago y a Pedro por la interpretación que estaban haciendo del
evangelio y de la Pascua de Jesús? ¿Podremos ignorar las profundas tensiones
entre las comunidades de origen judío y las helenistas precisamente sobre la
libertad cristiana y la interpretación de la Ley judía? La misma diversidad,
como conoce muy bien cualquier especialista del Nuevo Testamento, recorre todo
el cuerpo de los cuatro evangelios. Y el sentido común siempre ha visto en esa
diversidad una riqueza y una floración del Espíritu.
Es más, enlazando con la dura crítica que se hace a la comunidad de San Carlos
Borromeo por su modo de celebrar la Eucaristía, ¿cómo no advertir las
diferentes formas de celebrar la “memoria de Jesús” en las distintas
comunidades, como revelan abiertamente las mismas palabras que aplicaban a este
gesto: “Fracción del Pan” en Jerusalén y “Cena del Señor” en Corinto?.
Verdaderamente no se podía celebrar la “memoria de Jesús” lo mismo en
Jerusalén, donde abundaban los pobres, que en Corinto, donde los cristianos
gozaban de mejor posición social. Digamos que no se puede hoy día celebrar la
Eucaristía del mismo modo en la catedral que en un barrio de chabolas. Como
tampoco se puede pensar lo mismo desde un palacio que desde una cueva.
¿Por qué poner entonces tanto énfasis en las diferencias si siempre han
convivido, aunque en tensión, en la historia de la Iglesia? ¿Por qué una parte
de la Iglesia, la jerárquica, se abroga el derecho de negar legitimidad a la
otra parte, que es la mayoría, simplemente porque en muchos casos no piensa y
ni actúa como ella?
Ante estas y otras cuestiones que nos surgen a propósito del actual conflicto
entre el obispo y la comunidad de S.C.Borromeo, nos invitamos todos y todas a
mirar con humildad a aquel primer Concilio de Jerusalén (Hch 15), que, en
proximidad y diálogo, pudo encontrar salida al enorme conflicto surgido entre
la Iglesia de Jerusalén y las Iglesias de la misión entre los gentiles. Porque
estamos convencidos de que la pregunta de Pilato sobre la verdad, en este caso
sólo tiene una respuesta: la verdad, Pilato, está en el reconocimiento de la
diversidad, manteniendo la unidad.
Redes Cristianas
3 de abril de 2007