Jesús no murió, lo mataron (Pablo Richard*)

29.marzo/2004 - Costa Rica – La Pasión, de Mel Gibson, es una película que se sitúa en la perspectiva del Jesús histórico y es desde esa perspectiva que debemos analizarla. Desde el Jesús de la historia se hace siempre necesario responder a las siguientes preguntas: ¿Quién fue Jesús? ¿Quién lo ajustició y porqué?
¿Por qué tanta violencia en su muerte?

Desde la fe y desde la teología actual decimos normalmente que Jesús murió por nuestros pecados, que fuimos redimidos por su muerte en la cruz y rescatados con su sangre, que el sacrificio de Jesús satisface a Dios por la culpa de la humanidad y exige de nosotros arrepentimiento y conversión.

Estas reflexiones, legítimas en sí mismas, son propias de la comunidad cristiana que posteriormente reflexionó sobre el significado salvífico de la muerte de Jesús.
Nosotros creemos, sin embargo, que es importante en primer lugar leer los relatos de los 4 Evangelios desde la perspectiva del Jesús histórico y posteriormente desde la perspectiva del Jesús teológico. Es importante por lo tanto hacer una interpretación histórica, no teológica, de la película sobre la Pasión de Cristo.

En la obra de Gibson hay algunos hechos históricos mayores que están bien logrados y que responden efectivamente a la realidad histórica de Jesús:

En primer lugar se hace evidente en la película que los responsables directos del ajusticiamiento de Jesús son el poder religioso judío en alianza perversa con el poder imperial romano. Es así como el sumo sacerdote judío y los miembros del Sanedrín llegan a un acuerdo con Pilatos, procurador romano, para crucificar a Jesús.

En segundo lugar la película explicita la causa inmediata por la cual ajustician a Jesús. Históricamente, el poder judío decidió matar a Jesús por su crítica al Templo de Jerusalén, que según Jesús ya no era casa de oración para todos los pueblos, sino una cueva de bandidos y un templo convertido en mercado. La película trae efectivamente una acusación religiosa contra Jesús referente al Templo, pero todo se reduce a la cita textual del 4º Evangelio "destruyan este Templo y en tres días lo levantaré". Esta acusación religiosa contra Jesús no interesó mucho a Pilatos, por eso los jefes judíos traen ahora una acusación política: Jesús dice ser el Mesías, que en términos políticos significaría que Jesús es el Rey de los Judíos. Aparece también en la película la amenaza política de los jefes judíos, que si Pilatos suelta a Jesús, no es amigo del César, pues todo el que se hace rey se enfrenta al César. Como Pilatos insiste en la inocencia de Jesús, los jefes judíos declaran que ellos no tienen más rey que el César, con lo cual se hace evidente la necesidad para los Jefes judíos de proclamar su fidelidad al imperio romano para de esta manera se pueda condenar a Jesús.

Otros hechos históricos que la película trabaja bien y que aquí solamente enumero son: la fidelidad y la valentía de las mujeres siempre cercanas a Jesús en contraste con los discípulos que, con miedo, huyen lejos de Jesús.

Especialmente maravillosa es la presentación de la madre de Jesús, la María histórica, que acompaña a Jesús hasta el final. Acertada es también la presentación de las negaciones de Pedro, la traición de Judas, la actuación del centurión y de la soldadesca romana, que también reflejan adecuadamente la realidad histórica. Un tema difícil, relativamente bien tratado en la película, es la tentación permanente de Satanás. Este es un hecho real en la vida del Jesús histórico y que los 4 Evangelios conservan fielmente. Satanás tienta directamente a Jesús y también a través de los jefes judíos, de la gente que pasa y del ladrón también crucificado. La tentación fundamental para Jesús es utilizar su poder para salvarse él mismo de la muerte. Así lo tentó Satanás antes de comenzar su misión. Hay en la película algunos errores históricos menores que aquí no hay espacio para trabajar.

Se acusa a la película de Gibson de ser antisemita, sin embargo debemos tener presente que tanto en la realidad histórica como en la película, los que entregan a Jesús para ser crucificado no es el pueblo judío, sino los sumo-sacerdotes, los escribas y los miembros del Sanedrín. Es el poder, y no el pueblo judío, el que busca la muerte de Jesús y esto por razones más bien políticas que religiosas y fundamentalmente en alianza con el imperio romano. Jesús es crucificado como judío y justamente por ser fiel a la tradición semita judía.

Se acusa a Mel Gibson de exagerar en forma morbosa el suplicio de Jesús. El autor no nos da ninguna clave para explicar el porqué de esta insistencia exagerada en el dolor y en la sangre de Jesús. La acusación es válida si nos atenemos a la presentación misma de la película. Históricamente es cierto que la crucifixión era un suplicio horroroso, pero el autor exagera con morbosidad este horror. Desde la perspectiva del que ve la película, más allá de la intención del autor, podemos entender este horror si pensamos en la violencia actual que sufren los inocentes, especialmente las mujeres y los niños.

Una debilidad de la película es la ausencia del sentido profundo y liberador de toda la vida del Jesús histórico tal como aparece en los 4 Evangelios. Este sentido profundo de la vida de Jesús es lo que nos permite realmente entender su pasión y crucifixión. El autor menciona vagamente algunos motivos de la vida de Jesús como la exigencia de amor a los enemigos, el perdón a la mujer sorprendida en adulterio, el gesto eucarístico y el lavado de los pies. Pero omite los aspectos más significativos de la vida de Jesús como la identificación del Reino de Dios con la vida del pueblo pobre, con los enfermos y excluidos, su crítica implacable al poder religioso y a la ley, el sentido liberador de sus milagros y parábolas, su trato con las mujeres y los niños, su oración y su valentía profética. La ausencia de esta dimensión liberadora de la vida de Jesús en la película le da a ésta un cierto sabor sensacionalista y conservador, y sobre todo hace finalmente inexplicable el porqué de la Pasión de Cristo.

Para una visión más crítica de la Pasión de Jesús recomendamos leer el Evangelio de Marcos desde 14, 1 hasta 16, 8.

* Doctor en Teología y Ciencias Bíblicas. director del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), en Costa Rica.